Comer sano. Cómo mantener la motivación
La alimentación del ser humano es y ha sido la principal causa de una buena o mala salud. Cuando nacemos dependemos exclusivamente de cómo nos alimenten nuestros padres, pero siempre llega una etapa en la niñez en la que el individuo comienza a decidir qué come y qué no come. Analizando la actitud del 80% de la población mundial, todo producto que aparenta ser agradable al consumidor es ingerido aunque no todo lo que es apto para comer es beneficioso para el organismo y su metabolismo.
Se habla de los productos como la llamada “comida chatarra” o “comida basura” en todas sus variedades; esto no implica que los ingredientes utilizados sean malos o dañinos para el ser humano o no sea compatible con comer sano. Es la forma en que se combinan; otro error en que se cae es que se exagera en las cantidades de:
- Grasa
- Carbohidratos
- Azúcares
- Sodio (se encuentra en grandes cantidades en la sal y potenciadores de sabor)
- Conservantes
- Estabilizantes de sabor
Aunque es cierto que necesitamos la grasa para obtener energía, si se exagera en su consumo, no sólo tendremos energía sino también sobrepeso, lo que nos puede conducir a la obesidad.
De igual manera, los carbohidratos aportan al organismo sus beneficios y son imprescindibles para comer sano, pero la cantidad que se consume debe ser la adecuada según género, edad, peso y antecedentes médicos.
Mantener la motivación para comer sano. Más fácil de lo que parece
El secreto para mantener la motivación es marcar objetivos asequibles y realistas.
La forma ideal de llevar esto a la práctica es plantear una serie de metas escalonadas con pequeños cambios en nuestros hábitos. Al ir cumpliendo cada una de estos pequeños avances (reducción en calorías, eliminación de los productos menos saludables), los resultados (en peso, aspecto, forma física) serán los principales impulsores de la motivación para seguir cumpliendo los siguientes escalones en nuestro plan.
No te desanimes y piensa que no se trata de cambiar radicalmente el primer día, sino de ir introduciendo pequeños cambios en nuestras costumbres, hasta conseguir que comer sano sea lo habitual. Tu cuerpo lo agradecerá más pronto de lo que crees.
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